Desde muy temprana edad, John Freddy Perea decidió “dejar volar” su imaginación. A sus 12 años, comenzó a elaborar cometas de todo tipo, esas mismas que encantarían a más de uno e hipnotizarían las miradas de cercanos y desconocidos, en los hermosos cielos de Cali.
“Inicié haciéndole las cometas a un señor del barrio, a partir de ahí hice cometas en todas las temporadas y era mi oportunidad para hacer mi “agosto” y obtener algo de dinero”, manifiesta John. Pero su pasión no solo se quedaba en el diseño y confección de estas, también, disfrutaba poder volarlas. “Siempre buscaba un buen espacio, donde se pudiera disfrutar del viento, que es la materia prima esencial; lejos de cuerdas y árboles era el sitio ideal para elevarlas”.
Es tanto el orgullo y el amor que siente John por las cometas, que esta fue la respuesta que le brindó a quien en algún momento le preguntó a qué se dedicaba: “Le dije que yo elaboraba juguetes artesanales, como drones impulsados por energía eólica, los cuales los conectábamos a la tierra mediante fibras de poliéster”.
Y, aunque se pudiera pensar que esta tradición de las cometas ha ido desapareciendo de las costumbres y del gusto de los caleños, John considera que son otras las causas. “No es que se haya perdido, sino que cada vez se encuentran menos espacios para elevar cometas. Hoy en día los espacios dentro de la ciudad se han reducido mucho, debido a la gran cantidad construcciones, pero la gente sigue buscando sitios”.
En conclusión, una vida entera dedicada a alegrar la vida de los pequeños y adultos, a través de las cometas. Un vuelo que John espera que se prolongue por muchísimos años más y que siempre esté acompañado de buenos vientos. “Para mí es un orgullo muy grande disfrutar y haber sobrevivido con las cometas. Hasta que el Señor me lo permita y mis fuerzas me den, siempre voy a hacer las cometas; creo que no haré más nada en mi vida, hasta lo que me queda de aliento”.
Según John, a pesar de que la cometa tradicional siempre ha estado muy bien posicionada, últimamente, la que más fuerza ha tomado es la de tela, por lo práctica, porque permite estamparle los “muñequitos” de moda, y porque algunas no necesitan cola.