Este enfoque socioemocional, no solo busca el desarrollo académico, sino también potenciar habilidades emocionales, sociales y de convivencia, que son fundamentales para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana.
En el entorno escolar, la educación socioemocional contribuye a que los estudiantes se conozcan mejor, manejen sus emociones de manera saludable y desarrollen empatía hacia los demás. Estas habilidades fomentan una sana convivencia y disminuyen los niveles de ansiedad, estrés y conflictos entre pares, generando ambientes escolares más seguros y positivos.
Además, al integrar este tipo de educación en el currículo, se favorece una relación más cercana entre docentes y estudiantes. Los docentes también se benefician al contar con herramientas para acompañar a sus alumnos en procesos emocionales complejos y fortalecer su propia inteligencia emocional, lo que mejora su rol formativo y humano.
“Como psicóloga y docente con más de 20 años de experiencia en las aulas, la integración de la educación socioemocional en el currículo no debe ser vista como un complemento, sino como el cimiento sobre el cual se edifica todo el proceso de aprendizaje. Habilidades como la empatía, el autocontrol y la resiliencia no solo permiten a los estudiantes gestionar sus emociones de manera más efectiva y relacionarse saludablemente con sus pares, sino que también son determinantes en su capacidad para afrontar los desafíos académicos y de la vida con una perspectiva proactiva.
Numerosos estudios ya demuestran cómo los programas de educación socioemocional contribuyen a una reducción de los conflictos en el aula y a una mejora significativa en el desempeño académico. Al invertir en el desarrollo de estas competencias, no solo salvaguardamos la salud mental de nuestros estudiantes, sino que les proporcionamos las herramientas para navegar un mundo en constante cambio, fomentando su bienestar y una convivencia armónica.
En este sentido, potenciar la mentalidad ganadora en nuestros estudiantes implica mucho más que enfocarse en el rendimiento académico tradicional. Se trata de reconocer y facultar sus talentos individuales, acompañándolos en su curva de aprendizaje y promoviendo una visión de crecimiento y superación constante; al fortalecer habilidades blandas como la comunicación efectiva, el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la colaboración, estamos preparando a los niños y jóvenes para ser agentes de cambio, capaces de innovar y adaptarse a los retos futuros.
Es a través de una educación que integra lo cognitivo y lo socioemocional que formamos individuos resilientes, conscientes de su potencial y con la confianza necesaria para alcanzar sus metas, convirtiendo la psicología educativa en un pilar esencial para una educación de calidad y con sentido”. – Afirmó Paola Andrea González Pineda, Psicóloga Educativa y Mg. en Educación.
Por su parte, el desarrollo socioemocional también impacta el rendimiento académico. Cuando los estudiantes se sienten emocionalmente estables y valorados, su disposición al aprendizaje mejora, así como su participación en clase, su concentración y su sentido de pertenencia dentro de la comunidad educativa.
Por eso, cada vez más instituciones incorporan programas de educación socioemocional, talleres, actividades lúdicas y espacios de escucha activa. Esta visión integral de la educación ayuda a formar ciudadanos más empáticos, resilientes y comprometidos con su entorno.
¡Fortalecer las emociones, la comunicación y la empatía en las aulas es una apuesta por el bienestar colectivo y por una educación más humana y transformadora!