El estrés académico es frecuente entre estudiantes de todas las edades, por lo general es provocado por la presión de cumplir con proyectos o trabajos, obtener buenas calificaciones y equilibrar la vida personal con las demandas académicas, lo que puede afectar emocionalmente al estudiante, una estrategia clave para gestionar este estrés académico es la organización y planificación del tiempo.
Dividir las tareas en partes más pequeñas y establecer metas diarias o semanales ayuda a evitar la postergación, además de reducir la sensación de agobio, utilizar herramientas como agendas o aplicaciones móviles puede ser muy útil para mantener el control sobre las responsabilidades.
Otra estrategia importante es mantener hábitos de vida saludables, por ejemplo, el cuidado del cuerpo y la mente es esencial para reducir el estrés, lo que implica dormir lo suficiente, llevar una alimentación equilibrada y realizar ejercicio regularmente, pues no solo mejoran el bienestar físico, sino que también favorecen el rendimiento académico. Otra de las técnicas novedosas es la práctica de técnicas de respiración profunda, son métodos eficaces para manejar la ansiedad y el nerviosismo, permitiendo que el estudiante se concentre mejor y enfrente las situaciones difíciles con una mente más clara y calmada.
El rector del Colegio Guías de Cali, Alexander Cifuentes Alarcón, asegura que: “¡El estrés educativo es algo que la educación y las instituciones no deberían causar!. La educación moderna plantea la necesidad de adaptarse al estudiante y no al revés, la educación debe motivar y seducir, pero no generar miedo; los medios digitales y las redes deben ser parte fundamental en la enseñanza y en el aprendizaje permitiendo el trabajo en equipo y fomentando la creatividad y la innovación; el Colegio Guías trabaja el concepto de tareas como un complemento del trabajo en clase y genera espacios para que las tareas se resuelvan en el mismo colegio en su misma jornada para permitir que los niños (as) puedan hacer otras actividades en sus tiempos libres. Las nuevas generaciones necesitan una educación más cercana a sus emociones y los procesos de aprendizaje deben ser mediados por la motivación”.
Asimismo, es fundamental aprender a priorizar y decir no, en muchos casos, el exceso de compromisos académicos y personales es lo que genera el mayor estrés. Aprender a priorizar las actividades más importantes y dejar de lado aquellas que no son esenciales permite un enfoque más efectivo en las tareas relevantes; decir no a proyectos adicionales o compromisos sociales cuando es necesario no es una señal de debilidad, sino una medida inteligente para proteger el bienestar personal.
En resumen, reducir el estrés académico requiere una combinación de organización, autocuidado y apoyo emocional. Una de las formas más efectivas es la planificación adecuada del tiempo, dividiendo las tareas grandes en actividades más manejables y estableciendo metas realistas, esto evita la acumulación de trabajo y disminuye la sensación de agobio; además, es fundamental mantener hábitos saludables, como dormir bien, hacer ejercicio y alimentarse adecuadamente, ya que el bienestar físico influye en la capacidad de afrontar las presiones académicas. Finalmente, es importante saber buscar apoyo en amigos, familiares o consejeros, pues esto ayuda a compartir preocupaciones y obtener nuevas perspectivas para gestionar mejor el estrés.
Compartir los desafíos y las preocupaciones no solo ayuda a desahogarse, sino que también permite obtener perspectivas externas y consejos útiles; además, fomentar un entorno académico positivo, donde se promueva la cooperación en lugar de la competencia, puede reducir significativamente los niveles de tensión y mejorar la experiencia académica.