Ser feliz tiene ciencia

La Neurofelicidad es una disciplina científica que estudia los mecanismos químicos y biológicos que nuestro cerebro activa cuando somos felices. Su principal objetivo es conocer todo aquello que podemos autoinducirnos en momentos concretos, con el fin de experimentar estados placenteros de bienestar.

Esta ciencia demuestra que cada persona cuenta con conexiones y estructuras que le permiten programar su vida hacia el disfrute pleno de la felicidad, dicha programación se consolida a través de comportamientos, hábitos, pensamientos y rutinas que desarrollan patrones, permitiendo la segregación de neurotransmisores de placer y bienestar.

Estos neurotransmisores son conocidos como dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas, los cuales se encargan tanto de estimular la satisfacción, disfrute, motivación, estados de ánimo positivos y optimismo, como de abrir centros de aprendizaje para ser más flexibles, creativos y adaptables a cada situación que vivimos.

Hábitos para poner en práctica la Neurofelicidad:

  1. La sonrisa: sonreír produce cambios en varios neurotransmisores relacionados con la felicidad y disminuye niveles de cortisol producido por el estrés.
  2. Vivir en el presente: ¡No vivas en el pasado! Estudios demuestran que meditar en torno al aquí y el ahora, ocasiona en el cerebro un aumento de las ondas gamma, relacionadas con la percepción y la conciencia.
  3. La curiosidad: cambiar la ruta de camino de tu casa al trabajo, probar un nuevo sabor, usar un nuevo color de ropa, escuchar música diferente y conversar con personas nuevas, aumenta nuestro conocimiento y experiencias.
  4. La flexibilidad: las neuronas están constantemente modificándose. Aceptar de manera positiva el cambio fortalecerá tu neuroplasticidad, generando mayor creatividad e imaginación para nuevos caminos de adaptación al mundo.
  5. La alimentación: uno de los neurotransmisores de la felicidad es la serotonina, la cual podría estimularse a través del triptofano, un aminoácido que participa en su síntesis y se encuentra presente en las proteínas de las carnes, pescados, huevos, lácteos, frutos secos, y alimentos como el plátano, la piña, el aguacate y el chocolate.

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